Ir al contenido principal

Crónicas poliamorosas (1)

EL OTRO DÍA...
Hablando con una de mis entrañas por internet, me dí cuenta de que me gustabas. No, mas bien, de cuánto y cómo me gustabas. Al rato, salí corriendo de casa para agarrar el subte y no podía dejar de sonreír... Corrí dos cuadras y crucé la 9 de Julio a toda velocidad, antes de recordar que llevo dos semanas con el tobillo dañado y el pie vendado... Invencible, continué avanzando, y sonriendo... Cultivando una tibieza tímida pero honesta y certera, ¿haré/mos de esto un fuego, una tormenta solar?... ¡qué importa!

pd: compa-amor siempre dice que me río cuando corro, como lxs niñxs.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Diario anacrónico (MaternidadYTiempoOtro)

agosto/2016 He escrito en mi mente cada día desde que Emma nació. Me he propuesto recordar... El deslumbramiento es cotidiano, a veces temo que ciertas vivencias se desvanezcan o guarden muy atrás. A veces siento que tiene que ser así para seguir abrazando el presente con intensidad. Escribo para encontrarme conmigo misma en el futuro. Escribo para visitar a la que fui y voy siendo. Escribo para explorarnos, todas las veces necesarias.

Antología Cuentos de amor lésbico

Mi  cuento Esas Cosas, fue seleccionado para la Antología de Cuentos de Amor lésbico, publicado por Domo ediciones

Postales interpersonales: Todas las casas imaginables

¿Será que el exilio de mis padres se me imprimió en el cuerpo y la nostalgia es ahora como un pulmón? ¿o es más bien como un sentimiento aprendido en el origen de mí misma, como el amor a mis hermanos? Para mí extrañar es algo normal, casi parte del amor y la vida. Extrañar jamás significa atar o regresar, sino saber rastrearse, vivir el día sin contárselo todo cuando hay reencuentros y amar así; sabiendo que cada quien debe descubrir sus caminos y proyectos a machetazo limpio, con valentía y sobre todo sin retroceder aunque llorando a veces, ¿de qué otro modo crecer? Así fue como desde pequeña me incliné por vivir medio agitanada, con un bolso presto para campamentos y para alojar en todas las casas imaginables -siempre me acompañó esa fascinación absoluta por conocer cómo vivían los demás-. Me quedaba a dormir donde mis amigas de la escuela y más de alguna vez alguien me preguntó mientras tomábamos once “Y no echa de menos?”. Yo no entendía bien el sentido de la pregunta, por