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lista de cosas nimias pero útiles

Yo sabía que iba a extrañarte. Como lo sabía, comencé a hacerlo antes de que te fueras, como un extrañamiento racional y también visceral. Por partes; un día te extrañaba uno de mis brazos, luego mi torso; a la semana siguiente, extrañaba tu casa al pasar por la Diagonal. También extrañé algunas de las últimas conversaciones en tiempo real, sabiendo que era un momento irrepetible.
Yo sabía que iba a extrañarte. Como lo sabía y soy previsora, me hice una pequeña lista con las cosas que haría una vez que no estuvieras: Una lista de cosas nimias pero útiles a la vez. 

a) arreglar la cafetera italiana que me regalaste.
b) regresar a lugares en los que fuimos a desenrredar conversaciones inmensas.
c) comprar una ampolleta para la lámpara que nos dejaste.

Lo que no sabía es que  no te extrañaría ahora. Como ya lo hice antes,  me queda ahora una tibieza acogedora, la afectacción, la certidumbre de los pasajes compartidos en este café que me tomo ahora (un café y su momento del día pueden ser  un puerto a veces). Porque te extrañé por capítulos, y porque me crié asi, extrañando; hoy todo me es dulce, familiar y  alegre.



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