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La pequeña telenovela de mi vida

La telenovela de la t.v

Decido seguir la telenovela brasileña de la que todxs hablan, me encantan las telenovelas porque en realidad aunque estudie cine no me la paso viendo pelis densas y profundas todo el tiempo, pero tampoco soporto las comedias o dramones baratos, por lo que novelas con dosis de drama diario me sirven para salirme un poco de mí y de preguntas como cómo pagaré el alquiler o dónde encuentro las berenjenas más baratas.
... Observo, me intrigo, me dejo emocionar, me entrego al pacto y al día siguiente sintonizo el mismo canal a la misma hora y observo... ¡pero mierda!, ¿por qué cada vez que el protagonista quiere decirle a la chica que la ama, en vez de eso le sujeta el brazo tan fuerte?, soy una grave ―me digo―. Los días siguientes, la gravedad se me ha vuelto una obsesión, no termino de ver agresiones varias en las relaciones de pareja que transitan en la historia de la telenovela: celos, acecho, forcejeos, manipulaciones emocionales, amenazas tipo "te vas a arrepentir (si no te quedas conmigo)", serios atropellos a la intimidad de cada quien para conservar los secretos que quiera, forcejeos de nuevo y ¡ah!, claro... la infaltable escena “ROMÁNTICA” tras la discusión "amorosa", en la que el chabón se acerca tanto a la chica (que por supuesto está pegada contra el muro) y a pesar de que ella llora y dice que ya todo se acabó, él la toma por el cuello, le gira la cabeza y la besa, y ella cede, claro, porque pareciera que siempre que decimos que "no", en realidad es un "sí" que le da acceso al otrx de insistir y lograr su cometido. ¿Qué visión del amor construyen y naturalizan estas telenovelas?, ―me pregunto gravemente―. ¿Qué ideal de amor, de pareja y de relación difunden estos productos culturales? y aún más importante, ¿Cuántas telenovelas hay dentro de la vida de cada una de nosotras?, ¿deseamos vivir el amor así, como en la t.v?

La telenovela de mi vida

A los 21, mi sobrino había fallecido, mi novix me había engañado con un/a amigx y algunxs compañerxs de organización tuvieron comportamientos ética y políticamente reprochables, viajé y por comer en la calle me dio una infección estomacal que me tuvo disvariando día y medio por mi madre creyendo que moriría en el desierto y luego de eso me enfermé de amigdalitis, herpes, tendinitis y hasta de tiña. Hasta ahí, ya era yo como la protagonista ciega, huérfana y pobre de alguna telenovela por efecto de acumulación de mala racha en un solo año.
En ese contexto, (ya sin herpes ni tiña) conocí a un hombre diez años mayor que yo, divertido e inteligente, dizque ex-militante revolucionario, salsero, académico y biopolítico-foucaultiano de tomo y lomo. ¡Toda una joya de fantasía! Era el amigo de uno de mis mejores amigxs (que resultó ser una de las mismas joyas) y no sé si por propuesta de uno u otro, terminé saliendo con él y viviendo con él tres meses más tarde. En medio de mi mala racha, la sorpresa de que alguien como él estuviera "tan" enamorado de mí y mi máscara de madurez falta de experiencias para detectar psico-killers, terminé viviendo mi propia telenovela. La historia se resume un poco así: 6 meses de amor increíble (claramente es una exageración, pero yo creía amarlo) - 1 año y medio de violencia en ascenso.
Para quienes hayan pasado por algo así, sabrán que las violencias cotidianas se presentan siempre paulatinamente, en efecto, quien comienza por dominar la situación y oprimir al/a segundx, prueba cada día una nueva forma y fuerza un poco más el límite del otrx hasta que de pronto ya le pasó por encima con las botas.
Obviamente, hubo discusiones en casa y en la calle, en las que siempre yo terminaba sintiéndome responsable de alguna cosa y corriendo tras él... o huyendo y luego REGRESANDO. También hubo reconciliaciones intensas después de las discusiones, en las que él sabía cómo implantar sutilmente alguna culpa extraña en mí y al mismo tiempo acurrucarme. Eso siempre me dejaba confundida, pero al fin y al cabo, suponía que las cosas podían arreglarse... eso, hasta que la joyita de fantasía un día decidió tirar todo al suelo, romper la puerta y dejarme tres dedos marcados en la cara...
Aquí me detengo, porque es preciso decir que no fui golpeada por mis padres en la infancia, que estudié en un colegio en el que por suerte nunca fui humillada ni buleada por mis compañerxs (y no es na’ un colegio cuico, hippie o de la wisky-izquierda ni nada por el estilo). Y ya era FEMINISTA hacía varios años cuando esto me sucedió... entonces ¿cómo fue que llegué hasta ese punto?... hay muchas cosas en mi relato-memoria que están medio perdidas en el tiempo, muchas de las cosas de ese periodo de mi vida se me han ido desfigurando y he tratado de darles un sentido lógico, pero la verdad es que no lo tienen.
Huí, salí corriendo y me fui donde mis amigas, a las semanas había arrendado una pieza en una casa compartida, pero aunque quisiera decir que todo terminó ahí no fue así, la telenovela recién comenzaba. ¿Qué sucede cuando un tipo así pierde a su push in ball? Te llama, te escribe, y te convence con todos los artilugios intelectuales-sexo-afectivos-pseudoarrepentimiento y piñata de disculpas fundadas en cualquier cosa menos en la verdad: el machismo.
Quise creer que sería fuerte como para no volver, luego quise creer que me amaba y todo se arreglaría, luego quise tirarme por la ventana cuando me vi nuevamente violentada, humillada en la calle, en mi casa nueva y en la de él, y tuve la sensación durante meses de que yo ya no era yo. Y este ciclo se repitió como sólo se repite aquello que no es transformado desde sus bases. Las violencias todas, desde las más pequeñas a las más brutales y físicas, le van minando a una la idea que con tanto trabajo una se ha construido de sí misma con los años. La violencia hiere y deforma el ego, el deseo, la confianza, la seguridad en una misma, la verdad, la realidad toda. Por eso una puede participar de una campaña en contra de la violencia, escribir papers sobre violencia institucional, sistémica y simbólica y después en casa tener miedo de hacer algo "incorrecto" que destruya la armonía ficticia de una relación que ya ha sido fundada sobre la violencia.
Por suerte, una voz dentro de mí (no la que me decía que me tirara por la ventana), me salvó del feroz aturdimiento que me hacía temer más por él y sus depresiones y deseos suicidas que por mí, y un día, poco a poco huí de nuevo y para siempre (aunque más vale vivir alerta que cantar victoria, que muchos son los cuerpos y rostros y uno solo el modus operandi). Primero hice todo para no frecuentar el barrio en el que él vivía ni el de la universidad en que trabaja (que lamentablemente quedaba a pocas cuadras de mi casa y era el lugar de trabajo de mi padre también) y tuve muchas pesadillas, me emborraché después de yoga como 5 veces por semana durante varios meses, me corté el cabello, me lavé las tripas, me sumergí en la lectura y el cine y entonces no pude dejar de ver la cantidad de veces que palabras, gestos, acciones, personajes, tramas, conflictos validaban de punta a cabo un sistema de violencia y jerarquías hacia "lo femenino".
Por fin un día pude decirle que su problema no eran los medicamentos ni la depresión, ni el estrés, ni la inseguridad profunda con la que vivía, sino su machismo. Casi tuve que citar a Lacan, Foucault, Butler y la legitimidad de la vía armada en la lucha de clases para poder validarme, hasta que pude decir lo que YO quería decir, con pena-malamor-odio-dolor, pero sobre todo con claridad: 1) "Si tu problema es la depresión, ¿por qué tus brotes de ira no se dirigen nunca a tu jefe, un amigo, un vecino, un tipo cualquiera?, y ¿sólo contra mí (y las parejas anteriores seguro) y tu madre?" 2) "Si te veo cerca de cualquiera de los círculos políticos en los que me muevo, te voy a funar y todos van a saber que eres un violento-machista". Bueno... la verdad es que lo segundo lo hice igual con el tiempo, sin rabia ya pero por justicia. Porque al fin y al cabo, él igual encontró a un buen grupo de amigos que le cercaran y protegieran y le hicieran nanai del terrible dolor que vivía (¿QUÉ?). En ese grupo de amigos había historiadores, trabajadores sociales expertos en temas de juventud, psicoanalistas que trabajan con ex-torturados, algunos de ellos dizque "antipatriarcales", y todos de izquierda, obvio. Así mismo no más.
¿Dónde termina la telenovela?

La vida de mi vida y el Nosotrxs

La telenovela no termina apagando la tele ni con psicoterapia ni con mil borracheras, menos con el silencio o el "borrón y cuenta nueva" como si se tratara de un caso aislado. Tampoco se arregla diciendo que todos los hombres son iguales, que todos los militantes de izquierda son machitos latinoamericanos (¡pero pucha que hay!... y ahora lxs picaxs van a decir que lxs feministas somos todxs feminazis). Claramente no tengo una solución, la solución debemos construirla cotidianamente entre todxs, desde nuestras organizaciones, en nuestras relaciones afectivas, sexuales, laborales y cotidianas todas. ¿Cómo?, bueno las estrategias variarán de acuerdo a cada postura ideológica, pero claramente no se maquillan las relaciones sociales cuando ya han sido producidas en base a explotación, abuso y apropiación del trabajo y el cuerpo del otro (y ojo que aquí incluyo el trabajo doméstico no remunerado también).
En lo que respecta de las telenovelas que cada unx de nosotrxs ha tenido en su vida, empecemos adentrándonos por las fisuras y contradicciones de nosotrxs mismxs y del sistema patriarcal-neoliberal que todos los días no hace naturalizar las infinitas formas de violencia que existen. Es preciso visibilizar cada violencia que perpetúa un sistema desigual, confrontarlo y confrontarnos. Leernos desde nuestras precariedades y también desde nuestros privilegios en las múltiples relaciones que establecemos, porque no se combate el machismo con racismo ni el capitalismo con chistes lesbófobos o transfóbicos… creo que me siguen la idea. El machismo nos atraviesa a todxs y exorcizarlo del todo implica reiventarse, construirse varias veces, todas las necesarias y dejar de creer en las identidades fijas y en que la lucha tiene sólo una prioridad, porque para avanzar todxs juntxs, debemos sumar todas las prioridades y convertirlo en el mismo problema, leer entre líneas, hincar el diente y ser fuertes.

¡Salud y libertad!

PD: solo el feminismo podía sacarme del lugar de la víctima y permitirme escribir y compartir esto sin vergüenza implantada y con risa y fuerza.

 Imagen: Kansuke Yamamoto

Comentarios

  1. Ay!!! no me puedes dejar así con la teleserie, espero los próximos capítulos...

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  2. Me queda decir solo Gracias! .....por terminarla, por compartir, por luchar, por no tener miedo. Un abrazo con mucho cariño y fraternidad.

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