El verano de la despedida
fue un aliento tibio y profundo
arrebatado bruscamente
...
Fui yo la del respiro y el mazo;
incapaz de morir sedienta
me dispuse a tipear en mi vieja máquina,
entre sollozos
Cada letra, como una palada de entierro
cada palabra, como un brote de otros caminos
El verano de la despedida
me encerré en un patio grande
lleno de ropa tendida,
como el símbolo mismo de esa familia
que éramos ahí, mojados, colgados al sol
juntxs; unos acunadxs por el viento
y otrxs: yo
anhelando el destierro entre polvo y restos
de la construcción vecina
El encierro, falso como un "para siempre"
develó fantasias honestas
y con cada silencio y ventolera
fueron asentándose,
como la fuerza de un reflejo matutino
que encuentra la felicidad completa
El verano de la despedida,
ví los pájaros volar juntos, pero bajito
como queriendo estrellarse contra una pandereta
De un soplo inmenso les alcé el vuelo,
sabiendo que una parte de mí,
migraba con ellos.
El verano razante
lloramos abrazados en cada siesta del poemma
y sembramos ensimismadxs
--mas acompañadxs--
cielos rojos y serenos
...
sacudimos y encontramos
la tibieza del camino-junto
y del río que se bifurca.
fue un aliento tibio y profundo
arrebatado bruscamente
...
Fui yo la del respiro y el mazo;
incapaz de morir sedienta
me dispuse a tipear en mi vieja máquina,
entre sollozos
Cada letra, como una palada de entierro
cada palabra, como un brote de otros caminos
El verano de la despedida
me encerré en un patio grande
lleno de ropa tendida,
como el símbolo mismo de esa familia
que éramos ahí, mojados, colgados al sol
juntxs; unos acunadxs por el viento
y otrxs: yo
anhelando el destierro entre polvo y restos
de la construcción vecina
El encierro, falso como un "para siempre"
develó fantasias honestas
y con cada silencio y ventolera
fueron asentándose,
como la fuerza de un reflejo matutino
que encuentra la felicidad completa
El verano de la despedida,
ví los pájaros volar juntos, pero bajito
como queriendo estrellarse contra una pandereta
De un soplo inmenso les alcé el vuelo,
sabiendo que una parte de mí,
migraba con ellos.
El verano razante
lloramos abrazados en cada siesta del poemma
y sembramos ensimismadxs
--mas acompañadxs--
cielos rojos y serenos
...
sacudimos y encontramos
la tibieza del camino-junto
y del río que se bifurca.
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